En su conferencia de prensa de despedida, a Pedro Pablo Hernández se le consultó sobre las realidades y frustraciones que viven cada año los jugadores que son promovidos desde el fútbol joven hacia el primer equipo de O’Higgins. Especialmente en aquellos casos en que se veían muy buenos rendimientos en categorías formativas, pero que no lograban repetir lo mismo al jugar como profesionales.

La pregunta específica al Tucu fue: “¿qué le falta a estos chicos para lograr ese mismo rendimiento de tal modo de que triunfen en O’Higgins y no se pierda todo el trabajo formativo?”. Su respuesta fue clara y contundente: “es muy importante para los chicos su entorno, ya que este los confunde: la familia lo confunde y el hincha lo confunde. Ellos no son una máquina, se deben ir haciendo jugadores de fútbol cada día. Cuando llegan al primer equipo, son verdaderos golpes emocionales lo que ellos reciben a través de comentarios en las redes sociales que les afectan mucho y que, muchas veces, los terminan por vencer y terminan por sucumbir. El camino para ser un futbolista profesional es muy duro, por lo que ellos no pueden quedarse con lo que hicieron en el fútbol joven. No pueden contentarse sólo con la meta de llegar a Primera División, sino que deben aspirar a convertirse en verdaderos profesionales que logren vivir del fútbol y, recién allí, aspirar a ayudar a sus familias a salir adelante”.

El sólido trabajo realizado por el fútbol joven de O’Higgins, aunque admirable, no ha logrado traducirse en una consolidación efectiva en el ámbito profesional. Esta problemática es reconocida por la institución, que evidencia su preocupación al respecto y muestra signos alentadores al tomar medidas concretas para potenciar el talento local, tanto en beneficio de los futuros jugadores como para el propio O’Higgins.

La llegada de Albert Acevedo, quien comenzó el viernes sus nuevas labores como gerente de promoción, representa un paso crucial en este proceso. Su vinculación previa con la institución es un factor adicional que añade valor. Destaca por sus excelentes habilidades interpersonales (también llamadas ‘blandas’ o ‘soft skills’) como su capacidad de aprendizaje, junto con su creatividad y dotes comunicativos, además de su reconocida calidad humana.

Al ingresar, y tal como se informó en estas páginas, Acevedo expresó su entusiasmo y compromiso: «estoy encantado de contribuir al continuo crecimiento de O’Higgins. Este rol es esencial, de servicio, en el cual busco brindar lo mejor a los jugadores en formación, con quienes tendré un contacto cercano. Mi objetivo es apoyarlos, compartir experiencias, proporcionarles herramientas y comprender no solo sus aspectos futbolísticos, sino también sus pensamientos, miedos y su contexto social. Buscamos consolidar sus propias expectativas».

La decisión del club de orientarse en esta dirección es acertada y prometedora. Se espera que los jóvenes jugadores aprovechen la experiencia y conocimientos de un profesional como Acevedo. Este enfoque se complementará con un equipo multidisciplinario, incluyendo psicólogos, asistentes sociales y nutricionistas, lo que implica un enfoque integral para el desarrollo de los futuros talentos.

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Con esta estrategia, se aspira a ver emerger nuevas figuras que se equiparen a referentes como Moreira, Belmar, Maturana, Letelier, González, Calderón, Tapia, Carreño u otros tantos nombres que han salido desde las divisiones menores celestes. Es un camino desafiante, pero esencial en una profesión del fútbol tan hermosa como compleja.

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